El aprendiz de maratoniano

Historias sencillas de carreras

martes, 24 de noviembre de 2009

Maratón de Zaragoza 2009

Esta era, en principio, mi ‘maratón objetivo de otoño’. El hecho de haber corrido la Maratón de Oporto dos semanas antes, mi participación en esta maratón estaba muy condicionado por múltiples factores. El más importante: ¿cómo iba a estar de recuperado? Por tanto mi objetivo inicial de intentar hacer una buena marca personal (que ya conseguí en Oporto) se convierte en afrontar la maratón con muchas dudas y con el único objetivo de acabar (que no es poco). Pero no acabar de cualquier manera. Después de 9 maratones, ya conozco cómo se sufre y qué dolores se experimentan (sobre todo en la segunda parte del recorrido). Es por lo que esta maratón la inicio con la permanente vigilancia de mis sensaciones, con la idea de que si detectara el más mínimo indicio de dolor no habitual, me retiraba. Nunca había corrido dos maratones tan seguidas, y la verdad es que nunca me lo había planteado.


La organización.
Bastante digna, con algunos defectos perfectamente superables. No hay feria del corredor, sino una mera entrega de dorsales/bolsa del corredor. Dan la oportunidad de llevar chip propio, pero no disponen de un lector de chips para poder comprobarlos. La bolsa del corredor está bastante bien: buena camiseta técnica, algunos pequeños regalos (entre los que hay unas gafas de sol y una botella de vino de Cariñena) y un gran detalle: todos los dorsales personalizados con los nombres de pila de los corredores (que permiten al público animarte por tu nombre, como luego comprobé durante la carrera). La recogida de dorsales con un horario un poco escaso, abriendo a las 12 horas del sábado, hizo que se formara una buena cola que rápido se disipó una vez abrieron.

Buenos avituallamientos durante la carrera, con plátanos y bebidas isotónicas a partir del km 25. Se echa de menos algo más de comida al llegar (solo una naranja).
Los voluntarios de la carrera, nunca mejor dicho, muy voluntariosos. Había numerosísimos voluntarios de la tercera edad, bien uniformados con un chándal de la organización, que no pararon de animar durante toda la carrera. Se tomaron muy en serio su papel y realmente lo ejecutaron a la perfección. Ya podrían aprender de ellos muchísimos voluntarios de tantas carreras que contemplan con apatía el paso de los corredores. Muy buen trato al corredor desde el principio hasta el final, donde te reciben con cariño. Un 10 para los voluntarios.

Impresionante el corredor liebre que llevaba el globo de las 4 horas. Iba con un megáfono amenizando la carrera. Fui algún rato delante e iba soltando todo tipo de perlas, incluyendo información turística, meteorológica, consejos de donde aflojar, donde apretar,… Un autentico fenómeno.


El recorrido.

El recorrido, bajo mi punto de vista es espectacular. Muy llano, muy rápido. Se pasa varias veces por los mismos sitios, pero está hecho de manera que no resulta monótono. Varios pasos por la zona de la Expo, pasando por dentro del emblemático puente cubierto, el “Pabellón Puente” (fue un privilegio de la maratón, porque estaba cerrado desde la expo y es posible que no vuelva a abrirse hasta que se reutilice para otros fines). Varias veces se cruzan los puentes sobre el Ebro, permitiendo unas vistas increíbles de la ciudad, muchas veces con el impresionante Pilar al fondo. Un tramo importante de la carrera se hace ‘del otro lado del Ebro’, sobre camino de tierra, con magníficas vistas y suelo blando y reparador. La carrera pasa por los lugares más emblemáticos de la ciudad, tanto históricos, como por la ‘nueva ciudad’ que nació con la Expo del agua.

Mis sensaciones.
Me dispuse a correr la maratón a un ritmo suave para mí (entre 5.30 y 5.50 minutos el km), con la idea de tratar de hacer la maratón en el entorno de las 4 horas y procurando no hacer sufrir mucho a mis piernas, aun no recuperadas del todo de la Maratón de Oporto de hace dos semanas. Y con el propósito de ir siempre vigilando mucho más mis sensaciones para retirarme al primer síntoma de dolor no habitual.
Amaneció un día precioso, despejado con un cielo azul intenso. La temperatura entre 12 y 20 grados. Ideal para correr. Después de una horrorosa animación por parte del ‘speaker’ oficial, tomamos la salida poco después de las 9 de la mañana. Por allí andaba Abel Antón sin parar de hacerse fotos con todo aquel que quiso acercarse a él. Abel colabora en la fundación de Haile Gebreselassie para la creación de un colegio de niños en Etiopía. Me hizo acordarme del colegio de niños huérfanos de James Moiben en Kenia, y reflexionar acerca de lo distintas que son las cosas en un caso y otro. Haile es una superestrella y todo es mucho más fácil; James, estando en la élite, es uno más (bueno, uno de esos que baja de 2h 10m en maratón, ¡¡¡no más de 30 en todo el mundo!!!); Haile cuenta con el apoyo de Maratones como Zaragoza y campeones del mundo como Abel Antón; James solo de carreras modestas como la de Marchamalo…).

Antes de la carrera, calenté un poco con mi amigo Paco (que salió para hacer media maratón) y saludé a algunos foreros de ‘Carreras Populares’, como Jorge Raul, Paco (Arenesco) y Alberto (el Sombrilla).

Establecí el reloj mental a 5 minutos 30 segundos, y me puse a correr los 42,195 km casi como un autómata, a tratar de disfrutar de la carrera, el paisaje, el ambiente. Y todo fue rodado desde el principio hasta el final. Prácticamente mantuve el mismo ritmo toda la carrera e hice una segunda media un poco más lenta que la primera, pero prácticamente el mismo tiempo (primera vez que me ocurre), por lo que creo fui algo conservador. Corrí prácticamente la primera media con Paco (Arenesco) y la segunda media con una nueva amiga, Sara de Teruel. Era la primera maratón de Sara, estaba un poco lesionada en una pierna y su objetivo era acabar. Después de comprobar durante dos kilómetros que íbamos al mismo ritmo, decidimos acompañarnos mientras pudiéramos. Sara empezó a sufrir a partir del 30, pero se portó como una campeona y aguantó el ritmo que llevábamos hasta el final, entrando en meta, triunfante, en menos de 4 horas. Inmensa alegría. Los últimos kilómetros de una primera maratón y la entrada en meta, no se olvidan nunca, y tuve el privilegio de vivirlos con ella. Sin la necesidad de buscar un buen tiempo, fui a su lado hasta el final y sentí que empezaba a devolver la enorme ayuda que yo he recibido en tantos maratones (empezando por mi primer MAPOMA) de corredores anónimos (y a veces conocidos) que corrieron kilómetros a mi lado dándome ánimo y fuerza mental para acabar.



Ha sido mi maratón nº 10. Pese a la experiencia de las anteriores, es la primera que me planteo como maratón ‘a ritmo fijo’ y ha sido la primera (desde aquel MAPOMA 2004) en la que tenía serias dudas sobre si iba a acabar. Tuve buenas sensaciones durante toda la carrera y acabé con la sensación de que podía haber corrido más. Una vez más, la maratón nos hace vivir intensamente.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Maratón de Oporto 2009



A veces surgen oportunidades en la vida que no se pueden desaprovechar. Porque no siempre se hacen realidad los sueños y cuando pasan, hay que atraparlos porque pasan rápido y a veces solo una vez. Para mí ese sueño ocurrió este fin de semana, aunque se empezó a fraguar quince días antes, cuando un amigo me dijo:
- ¿Quieres correr la Maratón de Oporto?
- Pues no sé, estoy preparando la Maratón de Zaragoza, que es quince días después, no tengo dorsal, no he preparado el viaje,…
- No te preocupes por nada, que yo me encargo de todo; te llevo con los atletas de élite. ¿Qué?¿ te apuntas?
- ¿Pero si yo soy un paquete…! cómo que con los atletas de élite?.
- ¿Te apuntas o no?
- ¡Pues claro que me apunto!
Y ahí empezó mi particular Maratón de Oporto, desde ahora inolvidable. No sólo por las vivencias que experimenté como corredor. Sobre todo por haber tenido la oportunidad de conocer, y convivir, con algunos de esos seres humanos que llamamos “atletas de élite”, que pensamos que son “extraterrestres” por sus marcas, pero que son personas, casi me atrevo a decir, que la mayoría de ellos grandes personas. ¡ Y además son humanos!
Dado lo especial de mi paso por la Maratón de Oporto, voy a dividir mi relato en cuatro apartados: 1) El trato al atleta de élite, 2) La maratón por dentro, 3) Los corredores de élite y 4) La carrera.

1) El trato al atleta de élite.
Al atleta de élite no se le deja un solo momento. Alguien le recoge en el aeropuerto, le lleva al hotel (donde cinco minutos después de llegar un camarero le lleva diez litros de agua), se le arregla un lugar de entrenamiento, se le lleva a la feria del corredor a entregarle el dorsal personalizado,… Allí, las fotos de rigor con los organizadores, los patrocinadores, curiosos. Vuelta al hotel. Comida, descanso, paseo, cena,… El día de la carrera, el hotel arbitra el desayuno a las 6 de la mañana, y con más de una hora de margen se le lleva a la zona restringida de la carrera para poder calentar, estirar. Alguien se ocupa de recogerles su ropa de entrenamiento y que estén listos para tomar la salida 10 minutos antes del pistoletazo. Después de la carrera se le abriga, se le avitualla, y luego de vuelta al hotel, donde se le deja recuperar hasta que hay que marchar al próximo destino. Siempre hay una persona preocupada por el/ella, que trata que no haya ninguna dificultad, ningún problema. Solo debe preocuparse por correr.
2) La maratón por dentro.
Organizar una maratón de estas características es sumamente complicado. A partir de ahora que he vivido una pequeña parte de lo que es una maratón por dentro, me cuidaré mucho más de criticar a una organización de maratones. ¡Son tantas las barreras a superar! Permisos del ayuntamiento, policía municipal, políticos pretenciosos, federaciones de atletismo fuera de la realidad. Es un circo de veinte pistas en paralelo. El director de una carrera así, está tomando decisiones cada minuto, resolviendo imprevistos (que los hay muy por encima de lo imaginable), al tiempo que atiende a los invitados especiales (políticos, federativos, patrocinadores,…) , a los atletas, la prensa,… Y estar pendiente del tiempo (¿lloverá, hará viento?), el sistema de alumbrado de la ciudad, basuras, voluntarios, avituallamiento,… Vivir la maratón desde dentro es casi más emocionante que correrla.
3) Los atletas de élite.
Cuando legué al hotel tuve mi primer encuentro con los atletas de Kenia (Johnsthone Ghangwony, Gilbert Rotich, Mandefru Bira, Paul Lomol, Thomas Kipkosgei, Priscah Jeptoo) y etiopía (Haile Shiferaw, Yeshimabet Tedese, Debola Wudnesh). Estaban esperando para ir a la feria del corredor, acurrucados en dos sofás del hotel. Acababan de volver de entrenar y estaban todavía aturdidos por el viaje. Me presento, me atienden amablemente. Son tímidos y hablan poco inglés, con lo que la comunicación no es sencilla. Hasta que aparece James Moiben, qué más que un atleta de élite es una persona de élite. Su simpatía lo envuelve todo y facilita la comunicación con todos. James habla muy bien español porque vive y entrena en España desde hace muchos años. Nos vamos a la feria del corredor. Se nos une el gran maratoniano portugués Alberto Chaiça. Todo un lujo de compañía. Cené y desayuné con ellos y me trataron como a uno más. Mi desayuno previo a la Maratón lo compartí con Alberto Chaiça y James Moiben, y me hablaron de cómo afrontan una maratón, en qué piensan cuando corren, cómo entrenan, de lo duro que es preparar para ellos una maratón, de lo que piensan de cómo está organizado el mundo de los representantes, del dóping,… Nunca olvidaré este desayuno que empezó a las 6 de la mañana y acabó pasadas las 7. Alberto necesitaba conseguir la mínima para el Campeonato de Europa (y la consiguió).
Cuando acabó la carrera, se preocuparon y vinieron a preguntarme qué tal me había ido, que cuanto había hecho, y a felicitarme, como si hubiera logrado un record. Son grandes, muy grandes.
Y son humanos. No corren a 3 minutos el km durante 42 porque sean extraterrestres. Entrenan más de 200 km por semana a doble sesión, a expensas de tener un buen día, el día de la Maratón, donde se juegan mucho más que el honor (a veces su supervivencia como corredores). A las chicas que tomaron el podio, tuvieron que ayudarlas a subir y bajar. Sufren tanto o más que nosotros.
4) La carrera.
No puedo hablar con imparcialidad del trato al corredor, porque mi experiencia no fue la de todos, pero creo que si fue muy bueno (por lo oído por otros compañeros populares con los que pude charlar). Buena bolsa del corredor con una buena camiseta técnica asics y una botella de Oporto. En meta medalla, una rosa fresca, y otra bolsa con camiseta de algodón. El avituallamiento durante la carrera ejemplar: agua cada 2,5 km. Isotónicas (en botella) y alimentos (pasas, plátanos, membrillo) sólidos en casi todos los puestos de la segunda mitad. Para mí el único fallo de la Maratón es que casi no cuenta con público, aunque el día no estuvo para estar en la calle: lluvia fina y constante durante todo el tiempo.
El recorrido es espectacular de bonito. Después de una pequeña subida, va cuesta abajo hacia la desembocadura del Duero y a partir de ahí bordea la margen del río hacia el interior, cruza al otro lado en el puente de San Luis (de acero, diseñado por Eiffel) y vuelve a cruzar para, después de un lazo a través de la propia margen, se vuelve, prácticamente al lugar de origen. Se hace muy larga la vuelta, ¿pero que maratón no se hace larga?. Las vistas de la desembocadura del río, el paso por debajo de los puentes,… es realmente preciosa.
Durante toda la carrera cayó mucha agua. Corrimos empapados. Lo peor es, como siempre, al final. Además de no quedarte fuerza para nada, ya no generas calor y te quedas helado. Como en otras carreras, reconocí amigos de otras ocasiones, y corrimos algunos kilómetros juntos.
Es una maratón rápida. Pese a la lluvia y un poco de viento, hice mi mejor tiempo.
Oporto quedará siempre en mi memoria.

domingo, 18 de octubre de 2009

Copenhague, un lugar interesante para correr

La semana pasada la pasé en Copenhague por motivos de trabajo y como es habitual mis zapatillas viajaron conmigo. Tuve suerte con el tiempo, pues se anunciaba lluvia y tuvimos muy buen tiempo (frío, pero sin lluvia). La primera vez que viajé a esta ciudad (hace más de veinte años) me llamaron varias cosas la atención. La mayoría de las personas dejan su bici en la calle sin ningún tipo de protección; la gente come helados por la calle, independientemente del frío que haga (incluso bajo cero); hay unos puestos de salchichas en muchas esquinas, que te permiten algo más que matar el gusanillo con cierta dignidad. Los daneses son corteses y educados, y normalmente atienden con una sonrisa al visitante. Hoy esas cosas siguen pasando. Ahora además la ciudad cuenta con un metro que te lleva al aeropuerto en muy poco tiempo (en hora punta es mucho mejor que ir en coche).
Copenhague es una ciudad muy manejable. Puedes ver todo lo que merece la pena a golpe de paseo, y son muchas cosas. Aparte de visitar a la Sirenita, merece la pena pasear por los canales (hay también visitas en barco guiadas), cerca de la plaza de la Opera (en la que en invierno hay una pista de hielo); ver el cambio de la guardia a las 12, en el Palacio Real (con banda de música incluida, y muy cerca de los soldados, no como en Londres), pasear al anochecer por el Tívoli y disfrutar del espectáculo de luz y sonido, cenar en uno de sus restaurantes. El Tívoli, uno de los primeros parques de atracciones del mundo, conserva atracciones de feria de pueblo, y a mí por lo menos me hace regresar, de alguna forma, a la infancia. Enfrente del Tívoli han puesto una gran noria, como en otras ciudades europeas. Y pasear por sus calles peatonales, llenas de tiendas y de personas. Esta vez, gracias al congreso al que asistí, tuve la suerte de ver el ayuntamiento por dentro. Y visitar Cristianía, uno de los últimos reductos hippies que existen en la Europa occidental. En horas de luz se puede visitar sin problemas y ver algunas cosas algo anacrónicas, pero que pueden entenderse en un lugar donde la policía no suele entrar.
Y Copenhague es una ciudad donde se puede disfrutar corriendo. Esta vez corrí por dos sitios distintos. MI hotel estaba muy cerca de la Plaza del Ayuntamiento, y desde allí enfilé, por el bulevar H.C. Andersen hacia las grandes exclusas que hay en el centro de la ciudad. Son grandes lagos rectangulares, uno seguido del otro, donde viven algunos cisnes. El perímetro de las cinco exclusas tiene varios kilómetros. Por sus lados hay siempre gente corriendo y hay sendero de tierra. Llama la atención en Copenhague la gran cantidad de mujeres que corren (por lo menos uno de cada dos corredores es mujer). Cuando se corre por los lados que dan más al sur, hay que esperar los semáforos de las calles que las atraviesan, pero por el otro lado, hay túneles que permiten pasar de una a otra. Un lugar bonito y agradable para correr.
Mi segundo circuito fue más urbano. Desde la Plaza del Ayuntamiento, seguí por la calle peatonal que acaba en la Plaza de la Opera. De allí fui, pasando por el canal de las casas pintadas, hacia el Palacio Real, para acabar dirigiéndome hacia el lugar donde se encuentra la Sirenita. Tuve la suerte de ver salir el sol por detrás de la Sirenita, permitiéndome disfrutar de una imagen inolvidable. Desde allí bordee un camino que cruza un parque, para, volviendo por el mismo camino, regresar al punto de partida.
Copenhague, una ciudad que merece la pena visitar, y por la que merece la pena correr.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Haruki Murakami, o lo que nos gusta hablar del correr a los que corremos

Los que corremos, sobre todo los que ya hemos cruzado alguna vez la línea de los 42.195 metros, somos gente un poco peculiar. Nos gusta correr, nos gusta hablar de correr, nos gusta tratar de convencer a los demás de lo bueno que es correr, hasta nos gusta escribir de las cosas del correr (¿cuántos blogs de corredores populares habrá en el mundo, cuantos foros de discusión,…?). Una de nuestras peculiaridades, es que practicamos un deporte difícilmente asumible por nuestros semejantes, incluyendo la mayoría de las veces a nuestros seres queridos, que no comprenden cómo se puede madrugar o trasnochar para ir a correr, o sudar bajo el sol en verano, o pelarse de frío en invierno, o recorrer kilómetros para ir a una carrera. Correr es de cobardes, es una frase tópica que nos toca oír de vez en cuando. Cuando se empieza a correr por primera vez, tu cuerpo te dice que pares, que eso no es sano, y la mayoría de las personas responden con la cabeza a lo que el cuerpo les pide, y se paran. No pueden correr más allá de 20 minutos, por lo que ¿cómo entender que se pueda correr durante horas?

Pero nosotros, normalmente no nos desanimamos, y en muchas ocasiones tratamos de transmitir lo bien que nos sentimos después de un entrenamiento o una carrera, lo que nos motiva poder cumplir un objetivo (en forma de tiempo, de ritmo, o de distancia). Lo hacemos hablando con mucho entusiasmo, o también escribiendo en blogs y foros de corredores, donde encontramos almas gemelas que nos comprenden, porque comparten satisfacciones, emociones, sensaciones.

El libro autobiográfico de Haruki Murakami (What I talk when I talk about running), el gran novelista japonés, es un libro para nosotros, los corredores, pero también es un libro para que lean nuestros familiares y amigos, para que nos entiendan un poco mejor. Es para nosotros, porque nos cuenta porqué corre, cómo entrena, qué tipo de vida lleva, cómo se alimenta,… todo sin ánimo de tratar que se le imite, sino solo como acta de una forma de vida que no pretende sea ejemplar para nadie. Nos hace varias crónicas de carreras (y un triatlón) de forma magistral (su primera vez en correr más de 42 km, una ultramaratón de 100 km, una de sus maratones de NY,…) y comparte numerosas anécdotas personales a lo largo de sus muchos años de corredor popular.

Murakami, maestro de las palabras y corredor popular, sabe transmitir esos sentimientos, esas sensaciones, que tanto vivimos, pero que muchas veces no sabemos compartir con los no iniciados. Es un libro perfecto para que lo lean nuestros allegados, y cuando nos vean salir a correr en unas condiciones extremas de horario o clima, no piensen que estamos locos.

domingo, 13 de septiembre de 2009

La vuelta al cole: "La Melonera"

Por mucho que ya no estemos en el colegio (prefiero ni siquiera echar cuenta de los años), el mes de septiembre siempre será el ‘de la vuelta al cole’. Incluso periodistas, políticos, deportistas,…, consideran septiembre como la vuelta al cole. La mayoría de funcionarios (entre los que me cuento), tienen las vacaciones en agosto, por lo que septiembre sigue teniendo ese significado.

Este año me he sentido como unos de esos niños empollones que están deseando que empiece septiembre para volver al colegio. Con el objetivo de la maratón de Zaragoza, he procurado salir a correr casi todos los días en Agosto, pero allí donde yo veraneo (incluyendo varios cientos de km a la redonda), no hay una sola carrera popular. Por ello han sido entrenamientos en solitario, con mucho calor y humedad, a nivel del mar y en una zona con muchas cuestas. Con sensaciones pobres por culpa de unos ritmos de carrera bajos. Ya tenía ganas de ponerme un dorsal, de probar qué tal iba.

Regresé a Madrid el 31 de Agosto y desde el día siguiente ya he retomado salidas más normales, con los colegas de siempre. He empezado a notar un mejor tono en las piernas, y he seguido con mono de ‘dorsal y carrera’ hasta ayer, que corrí ‘La Melonera’ (10,06 km).

El tiempo nos acompañó, porque el día se puso de pronto oscuro, como de tormenta. Incluso cayeron cuatro gotas antes de la carrera. Luego salió el sol, pero no hizo demasiado calor. Allí me encontré con compañeros de nuestro club universitario (UC3Marathon): Carlos, su hermano, Eduardo, Alejandro, Jesús (el cubano) y un chaval que corre croses universitarios con la Universidad (no recuerdo su nombre, ¡disculpa!). A Jorge nos lo encontramos en el km 3, pero le pasamos y no volvimos a verle. Carrera muy lenta los primeros km por culpa de las aglomeraciones y los melones de siempre, que corriendo a ritmos muy lentos, se empeñan en ponerse muy delante en la salida. Durante más de dos km prácticamente no se puede correr en condiciones. Eduardo salió por delante, y yo me mantuve todo el rato con Alejandro. Corrimos muy a gusto a partir del km 3, donde ya se despeja algo más la carrera, y sufrimos las tres o cuatro cuestas que tiene la carrera. El chaval de los croses nos pasó como una exhalación hacia el 7. Pero con muy buenas sensaciones, a pesar de ser la primera carrera de la temporada. Al final llegamos sobre 46m 22s.

Bueno, ya me he quitado el mono, tengo por delante un montón de carreras antes de Zaragoza y, bueno, gracias a esta afición se puede encarar la vuelta al trabajo con mucho más optimismo.

lunes, 17 de agosto de 2009

Marta Dominguez, campeona del mundo

Acaba de ocurrir. Marta Domínguez ha ganado la medalla de oro en el Mundial de Atletismo de Berlín, y frente a las más grandes. Para los que corremos como afición, Marta siempre ha sido un ejemplo a seguir. Siempre sufriendo, siempre dando la cara, siempre competitiva, y pese a los contratiempos que a veces ha tenido, siempre sonriendo. Con esa sonrisa que ilumina, que llena todo un estadio de atletismo. Cuando en la final de los Juegos Olímpicos de Pekín se cayó en aquella valla, todos nos caímos con ella. Todos sufrimos cuando la vimos levantarse, desorientada, pero con la idea fija de llegar a la meta, de ganar pese a la caída. Todos sentimos la pérdida de esa medalla como si fuéramos nosotros los que corríamos. A todos se nos quedó esa espina clavada. Porque Marta no se merecía esa mala suerte. Hoy Marta se ha sacado esa espina (aunque la espina de unos JJOO solo se saca en otros JJOO), y con ella nos la hemos sacado todos. Cuando cruzaba la meta, me he visto levantando los brazos con ella. Marta, enhorabuena campeona. Te lo mereces y además nos has hecho felices a muchos aficionados que te admiramos. Eres grande. Muy grande.

domingo, 14 de junio de 2009

I Media Maratón Ciudad de Leganés

Normalmente entreno, con mis colegas de UC3Marathon, en Leganés. Muchas veces pisando el recorrido que nos ofrece esta media maratón, en los alrededores del Polideportivo Europa. Llevamos mucho tiempo pensando en una media en ‘nuestra ciudad’ y no he querido perdérmela. Pero el cariño a la ciudad y al club que ha organizado la media, no exime algunos fallos de organización que deberán subsanarse en el futuro, si esta media quiere hacerse un sitio en el calendario.
Salida

Con Javier y Carlos

El primer fallo, el recorrido. Leganés tiene recorridos preciosos, mucho más atractivos que las vueltas que hemos dado alrededor del polideportivo. Supongo que no será sencillo convencer al ayuntamiento, pero debiera intentarse para el año que viene.
Paseando por Leganés

El segundo la salida. A eso de las 8.00, una hora antes, estaba en la entrada principal del polideportivo. La fallida información de varios de los voluntarios, hicieron que hasta las 8.20 no llegara al lugar donde se recogían los dorsales y los chip. Allí era el caos. Un voluntario tenía la lista de dorsales, y a su alrededor más de diez corredores intentábamos averiguar nuestro número, para pasar a la cola de los dorsales. Tres colas larguísimas y mal señalizadas (muchos hicimos ‘dos colas’ antes de coger nuestro dorsal). Eso me llevó otros veinte minutos. Después otra cola para recoger la camiseta/regalo, y finalmente una cola más (esta más pequeña) para el ropero. 8.45, a quince minutos de la salida, y aun quedaban allí cientos de corredores en esta maraña de colas (no se si alguien se perdió la salida, pero no me extrañaría).
Aqui el calor ya apretaba...

Todo lo que tuvo de desastre la salida, lo tuvieron de animosos y amables los voluntarios, la mayoría del Club de Atletismo Leganés, que siempre estuvieron animándonos a todos durante toda la carrera, perdiéndose ellos el correr en su primera media maratón. Enhorabuena por vuestro esfuerzo, que seguro que el año que viene no ocurrirán estos fallos.

Por fín me encontré con mis colegas Carlos, Antonio, Javier (el Monstruo de Lega-nés), Gregoire, Eduardo, …. Y ‘reconocí’ a Coletitas, del Foro de Carreras Populares. Resulta que es compañera del grupo de Rock Acrobático de Gregoire y ya habíamos coincidido en varias carreras, pero yo no sabía que era ‘la’ Coletitas del Foro. También conocí a Rosa (“Definitivamente correr no es de cobardes”), con la que corrí gran parte de la carrera. Muy buena compañera y un encanto de persona.

Milagrosamente la carrera empezó a la hora, y pronto supimos que iba a ser dura. No por el perfil, prácticamente llano, salvo por las cuestas de las calles paralelas a la Av. De la Lengua Española, sino porque el ambiente tenía un grado de humedad muy elevado que hacía que la sensación de calor fuera angustiosa. Un bochorno enorme. Afortunadamente, el sol se mantuvo detrás de unas nubes que amenazaron tormenta pero que solo chispearon un poco. En unos minutos ya sudábamos a chorros. Mucha gente que iba a hacer la Media Maratón, entró en meta a los 10 km (también se corría una edición de 10 km de la Carrera de San Juan). Corrimos juntos, gran parte de la carrera, Carlos, Rosa y yo. AL llegar a meta nos separamos un poco, pero no más de un par de minutos.
Llegando a meta

La llegada estaba un poco mejor organizada, con una bolsa del corredor bien surtida.

Enhorabuena al Club Atletísmo de Leganés por haber sacado adelante esta I edición y ánimo para que la II mejore esos fallos de la salida.

domingo, 26 de abril de 2009

Maratón de Madrid (2009)


Prometo crónica más extensa en nos días, pero aquí va un adelanto. Nos empezó a llover bastante fuerte (dejandonos calados) nada más empezar. La lluvia cesó después de una hora más o menos. EL día se quedó fresco, pero agradable. Para mi el recorrido es más bonito que el antiguo (el año pasado no corri). Se sigue haceindo muy largo el tramo de la casa de campo y luego hasta llegar a Atocha. La última cuesta, por la calle paralela al retiro, mortal (la misma que en la Media). Para mi, ha sido fantástico porque he hecho mi mejor tiempo (3h 40m 20 s). A la entrada de la casa de campo un empedrado me ha hecho caerme al suelo dejándome bastante dolorido, pero no ha sido nada, más que el susto. Casi todo perfecto, aunque este año he echado de menos el caldito que solían dar los de la BRIPAC y platanos (a cambio de pera, manzana y naranja,...). En el llamado ´punto de no retorno´ mucha aglomeración. Sin duda mi mejor maratón de las ocho que he corrido.

LA CRÓNICA

Tenía una espina clavada con la Maratón de Madrid. El año pasado, dos semanas antes de la carrera, me ingresaban con una diverticulitis aguda que me tuvo una semana en el hospital. Eso me cambió, de alguna manera, la manera de enfocar los problemas, me quitó de encima algunos kilos, y sobre todo, me juramentó para la cita de este año con MAPOMA. Todas las sensaciones eran buenas (este año he corrido mi mejor ‘diez mil’, mi mejor ‘media’ y una buena maratón en enero, en Marrakech), pero visto lo ocurrido el año pasado, el síndrome pre-maratón donde todo te duele se agudizó un poco más.
Comida en Pizza Jardín

Unos días antes de MAPOMA, pude empezar a calentar mi particular ambiente pre-maratón, gracias a mi amigo el periodista Manolo HH, que nos invitó para hacer un programa en Radio Exterior de España y hablar de la Maratón desde la perspectiva del corredor popular (programa aun no emitido). Allí estuvimos, en la Casa de la Radio, Javi Sanz (65 maratones le han visto pasar), Antonio Vera (desde Sevilla, con maratones en los cuatro continentes –creo que le falta Asia-), Alejandro Pérez Correa (popular, pero peleando siempre con los mejores) y un servidor, hablando de las sensaciones de correr una maratón, de nuestro vocabulario especial, de la complicidad entre corredores, de tocar el cielo después de pasar por el infierno, del muro,… En fín, que no hizo mucha falta provocarnos por parte de Manolo para que empezáramos a desbordar entusiasmo por esta afición que es, además, un estilo de vida.



También calentamos motores en la comida que se organizó el sábado, a través del Foro "Carreraspopulares" en Pizza Jardín, como ya es tradición. Allí estuvimos, con los de Villena, con ‘Angelín’ a la cabeza, ‘Micenas’,’ Biquingo’, ‘Javi Sanz’, ‘Yonhey ’, ‘Literman’, ‘AbebeBikila’, ‘Krismaran’, ‘Rungobe’, ‘Pingo’ y ‘Torcas’. Tuvimos la suerte de que también nos acompañaran algunas de nuestras compañeras y sufridas seguidoras (como mi mujer, Ana). Fue un autentico placer `poner cara’ a algunos de los ‘nicks’ del Foro. Por supuesto hablamos de maratones, las pasadas, las futuras, la del día siguiente; de sensaciones, de deseos, de ilusiones de marcas,… Y pese a que tocamos la liga y allí había atléticos, madridistas y un sevillista (me callo quien, aunque todo se sabe) nos unía mucho más que lo que nos separaba: cuarenta y dos kilómetros y ciento noventa y cinco metros.
Con los nervios de antes de la carrera

El día de la Maratón quedamos, para hacernos alguna foto y desearnos suerte, en la esquina del Banco de España, en Cibeles. Allí pudimos saludar a Antonio Vera ‘padre’ y Antonio Vera ‘hijo’, que corrían con algunos de sus compañeros del Club de Marathón de Cartagena. Y allí quedé con Luis (mi compañero de carrera el domingo) y su hermano. Y con Jorge y Carlos (de nuestro UC3Marathon). Y con Javier ('el monstruo de Leganés'). Mario no llegó a tiempo. Más tarde nos encontramos con Eduardo y Alejandro.

A las 8.40 nos fuimos, después de estirar un poco, a la línea de salida. Pudimos colocarnos bastante adelante. Ya allí en medio del gentío, se presagiaba lluvia. Una nube enorme y negra, muy negra, nos cubría. Antes del pistoletazo de salida empezó a chispear, y nada más salir, rompió a llover de manera insistente y pertinaz, lluvia que no nos dejó durante una hora más o menos (según recuerdo).

Los primeros kilómetros, con la lluvia, me costó entrar en calor. Se sentía el frío y poco a poco empezamos a calarnos. Esto hizo que hubiera muchas menos bromas y algo menos de euforia, típico en los primeros kilómetros de una maratón. Bastante teníamos con el agua que nos caía y el frio. Sin embargo la cuesta hacia Plaza de Castilla se me hizo corta, pese a que desde el principio, junto con Luis, mi compañero de fatigas, cogimos un ritmo, para mí, exigente. Después, la carrera empieza a bajar, aunque se pasan muchos ‘falsos llanos’ y alguna que otra cuesta. A partir de la Plaza de la República Dominicana, ya sin lluvia, con bastante más gente animando, se entra en los kilómetros donde uno va más sobrado. Ya se han calentado los músculos, la ciudad está muy bonita, la gente anima y, además, hasta empieza a salir el sol que seca nuestra ropa. Nos dirigimos a la parte más emblemática de Madrid, Cuatro Caminos, Chamberí, Hortaleza, Gran Vía… ¡Qué gozada tener Madrid para correr por en medio de estas calles! ¡Cómo se disfrutan estos kilómetros!, aun con fuerzas, da tiempo para hablar, comentar, disfrutar del paisaje y la gente. Y se alcanza el mayor nivel de ánimo al pasar por la, aun en obras, Puerta del Sol. Por en medio de un pasillo humano avanzas entre aplausos y gritos de ánimo de personas anónimas que te consideran atleta de maratón. Esto te lleva en volandas hacia la media maratón, después de pasar por delante del Palacio Real y la calle Ferraz.

km 17, corriendo por la Gran Vïa

Y empieza la ‘segunda mitad’. Ayuda la bajada hacia el puente de los franceses y pasar por el precioso Parque del Oeste. Dejamos la estación del Norte para enfilar hacia la Casa de Campo. Es un punto difícil. Aunque la Casa de Campo es el oasis de Madrid, y correr por allí es una gozada (miles de corredores madrileños lo hacen todos los días) uno sabe que la Casa de Campo, en la Maratón de Madrid, es el comienzo de nuestra particular travesía del desierto. Se entra hacia el km 26 y se sale después del 32. Son los kilómetros donde muchos se encontrarán con el muro, ese punto de la carrera que te dirá si solo vas a sufrir o si vas a penar. Para mi desgracia, este año se accede a la casa de campo por un caminillo de tierra al final del cual hay un empedrado irregular (¡quién es responsable de esta animalada!) que al ser al final de una pequeña cuesta abajo se enfila con cierta velocidad. Allí me fui peligrosamente al suelo después de tropezar con un pedrusco. Me dejé la piel de las manos y algo sangré, pero mi tendencia a rodar evitó que me hiciera un daño importante y pude levantarme y seguir corriendo. El escozor de las manos hizo que en los siguientes tres o cuatro kilómetros me olvidara de lo que empezaban a dolerme las piernas.
km 25 Ahí me caí (Foto Pepemillas)

Desde la salida de la casa de campo hasta Pirámides, se pasa por lo que, seguramente es la zona más fea de la carrera. Coincide todo. Se sale del verde para entrar otra vez al asfalto. Se atraviesan algunas calles con muy poca gente. Empiezan a fallar las fuerzas (a algunos ‘el tio del mazo’, como también se conoce al ‘muro’, ya les ha atizado). Y lo peor, empiezan las cuestas a picar hacia arriba. Le digo a Luis: “Ahora empieza la carrera”. Luis y yo nos juramentamos: hay que mantener el ritmo hasta el 36. Después ya veremos. En Pirámides vuelve a haber bastante gente animando y eso ayuda a enfilar el final. Y llegan Acacias, Atocha y, finalmente, la cuestecita de Alfonso XII. ¡Pero apenas tres kilómetros para llegar! Si queda algo de energía en las piernas, se queda en esta cuesta. Allí se me queda atrás Luis, que le da una pequeña pájara. Yo sigo como un autómata al ritmo que llevaba, con miedo a reducirlo por si me quedo clavado. Un ciclista, a mi lado, anima a gritos: ¡animo valientes, vosotros sí que sois deportistas, y no esos que juegan al futbol! Se agradece, te ayuda a seguir adelante. Y llego a meta, con esa mezcla de sensaciones tan especial que solo entenderán los que han acabado en su vida una maratón.
Llegando a meta

¡En meta!


Ha sido mi mejor maratón. Miro mis ritmos de carrera en los últimos kilómetros y no puedo creerlos, casi iguales que al principio. Si cada maratón es especial y distinta, esta será siempre, la primera maratón que corro controlando mi carrera hasta casi el final. Y MAPOMA siempre será MAPOMA, mi principio en este mundo y mi manera de medirme en él.

lunes, 6 de abril de 2009

Madia Maratón Villa de Madrid (2009)


La Media Maratón de Madrid (celebrada el pasado domingo) es como una fiesta. Y este año, que salía del Retiro (a causa de las obras en el estadio Vallehermoso), la fiesta tenía aun más aroma a MAPOMA (¡vaya rima más chusca!) que otros años. Hemos estrenado nueva salida y nueva llegada, y no ha habido los problemas de aglomeraciones que hubo el año pasado, especialmente a la llegada. Ambiente de lujo, más de 12.000 corredores, un día espectacular, y todo el centro de Madrid para nosotros.

Ya notas lo especial de la carrera en el Metro, con todas las estaciones donde hay trasbordos totalmente abarrotadas. Muchos grupos de corredores que vienen de fuera de Madrid, muy animosos. Los lugareños vamos más silenciosos, a veces mirándonos con algo de recelo (es curioso, con todo lo que nos une, que vayamos lanzándonos esas miradas de sospecha). Como es la Media más popular de la capital, mucha gene la elige como ‘su primera media’. Algunos de estos van con su pareja, o hijos acompañándoles hasta el Retiro, deseándoles suerte.

Este año estrenamos también el nuevo chip que va en el dorsal, que dicen es mucho más preciso y seguro que el que va en los pies. No sé por qué, pero últimamente tengo suerte con las colas. En todas las mesas había una gran fila para recogerlo, menos en la mía, por lo que no me llevó más de un minuto. A cinco minutos del comienzo de la carrera aun había mucha gente recogiendo el chip.


Este año tengo una anécdota increíble. A falta de diez minutos, el dorsal nº 1 (Kabtamu Reta, que luego ganó la carrera) y el dorsal nº 2, estaban totalmente perdidos y desconcertados en medio de la marea de populares (entre los que me encontraba) y a más de 300 metros de la línea de salida. No sabían cómo salir de allí y parecían nerviosos y asustados. Nadie se fijaba en ellos y ellos no sabían qué hacer. Yo no podía dar crédito a que los dos primeros dorsales no tuvieran a alguien de la organización ayudándoles. Me dirigí a ellos en inglés y les encaminé, por un lateral de la calle principal hacia el arco de salida. Supongo que llegaron bien, porque Kabtamu ganó la carrera.

Como siempre, varios minutos hasta pasar por la salida y muchos empujones en el primer kilómetro. Pero pronto puedes empezar a correr más o menos bien y hay que decir, que como en la San Silvestre, es una carrera en la que nunca vas solo (para lo bueno y para lo malo).
El recorrido se parece mucho al antiguo, aunque según algunos compañeros dicen que es algo más severo, porque al final tiene casi un kilómetro de subida exigente, que incluso ha dejado clavados a los profesionales. A mi, personalmente, me ha gustado. El recorrido es muy bonito. La primera cuesta hasta Plaza de Castilla (pasando por Príncipe de Vergara, Diego de León –ahora hacia abajo-, Almagro, Santa Engracia y Bravo Murillo) se hace llevadera. Es el comienzo de la carrera y sobran las fuerzas. Otra vez matrícula de honor para los bomberos de Santa Engracia, siempre animando. Desde Plaza de Castilla (km 8) hasta prácticamente el km 18, es una sucesión de toboganes, predominando los tramos cuesta abajo. Se pasa por toda la calle Serrano hasta la cuesta de Diego de León (la que antes hicimos al revés), para volver a bajar hasta el Retiro. Y ahí empieza lo divertido, en el km 18,5, una subidita que nos dejó a todos sin resuello y con las piernas en las últimas. Una trampa para la mayoría de los corredores. Mucha gente animando en la parte final de la carrera. La llegada al Retiro, si no fuera por la cuesta, espectacular. Hace dos semanas hice mi mejor marca en “media” (en la Universitaria). Hoy, si consideramos que esta está bien medida (¡menos por mi Garmin!), he hecho mi mejor marca. Estoy muy satisfecho de la carrera. Buen entrenamiento para MAPOMA.

viernes, 30 de enero de 2009

Maratón de Marrakech 2009

PREVIO A LA MARATÓN

Como ya narré en estas mismas páginas, la semana previa a la maratón se presentaba con muchas incertidumbres. Siempre antes de las maratones uno ve sombras por todos lados, pero esta vez se juntaban distintas inseguridades que incluso podían, aparentemente, hacer peligrar mi participación. Felizmente Iberia y sus pilotos no hicieron ninguna de las suyas (el retraso en los vuelos previos fue normal), el clima en el sur de Suecia fue lo suficientemente benigno para que no hubiera contratiempos en el aeropuerto, y mi tos se fue reduciendo a costa de distintos jarabes y pastillas que tomé compulsivamente para asegurarme un mínimo de dignidad el día de la Maratón. Así pues, el viernes anterior a la carrera, puede tomar el vuelo Madrid-Marrakech sin ningún contratiempo digno de reseñar.










LA CIUDAD

¿Qué decir de Marrakech que no se haya dicho?. Quizás mis sensaciones personales. Una ciudad para ser visitada, pateada, vista, olfateada, oída, palpada, sentida. Una ciudad para ser disfrutada con los cincos sentidos.

A través del olfato nos llegan aromas de sus cocina, sazonada con especias que invitan a probarlo todo, olores de las mil plantas de las herboristerías (‘farmacias bereberes’) que pueden curarlo todo, olores a veces desagradables, como los que emanan las piscinas utilizadas por los curtidores, llenas de excrementos de palomas y de otros seres vivos. Olores a humanidad, a chilaba, a henna, a fruta, a pan recién hecho.



A través del oído nos llegan los mil pitidos de las motocicletas y motocarros que nos obligan a quitarnos para no ser atropellados en las callejuelas de la medina. Los cantos y gritos de los charlatanes, las flautas de los encantadores de serpientes, los tamboriles de los vendedores ambulantes, las llamadas a la oración de los mujaidines, desde el amanecer hasta la puesta del sol, amplificados por los altavoces de las mezquitas,…

A través del gusto, los mil sabores de la fantástica cocina magrebí: el cous-cous, los tajines, la pastela, los dulces de almendra, los yogures naturales,… y ese maravilloso té a la menta con hierbabuena, muy dulce.

A través del tacto la sensación de tocar el cuero recién hecho, los aceites de mil aromas, el pan caliente recién salido del horno, la superficie de un huevo de avestruz,…

Y por último, a través de la vista, mil colores en la medina, en cualquiera de las mil tiendas distintas, donde encontramos mil variantes de babuchas, de chilabas, de lámparas, platos, colgantes, penachos,… Ese color del cielo al atardecer, desde la Plaza Jemaa-el Fna, con la Koutubia recortada en el cielo.

Y en esa ciudad encontramos lugares dignos de ser admirados, como la Madrassa ben Youssef, donde veremos artesonados, puertas y estancias que nos recordarán a la Alhambra, las tumbas Sadíes, lo poco que se puede ver de los jardines del Palacio Real; la Koutubia, hermana mayor de la Giralda; lugares curiosos, como las piscinitas de los curtidores, donde con cierta repugnancia (a causa del olor) se puede ver como se elabora el cuero; y lugares mágicos, como la Medina y la Plaza Jemaa-el-Fna.















En la Medina podremos sorprendernos con muchos detalles, y nos podremos perder, tanto en el sentido literal de la palabra (es un laberinto del que es difícil salir), como en el económico. Allí encontraremos imágenes sorprendentes, vehículos moviéndose de aquí para allá (desde carromatos tirados por borricos hasta coches), productos de todas las especies, personas de todas las edades. La Medina, compuesta por mil zocos, es un mundo lleno de vida y actividad, donde uno puede perder horas sin aburrirse, solo observando y viendo cómo transcurre el tiempo que allí puede alargarse o encogerse retando el principio de la relatividad. Gracias a una compañera de trabajo que me recomendó un Riad, me alojé en uno de estos establecimientos típicos, justo en medio de la Medina. Fue una experiencia muy positiva. No tienes algunas de las comodidades de los hoteles occidentales, pero a cambio gozas de un ambiente difícilmente superable por esos hoteles.

Y para terminar dejo la Plaza Jemaa-el Fna. Otro ecosistema inigualable, distinto según va avanzando el día. Es como un ser vivo que va cambiando con el tiempo. Nace por la mañana, va creciendo durante el día hasta alcanzar su plena madurez a la puesta del sol, para morir por la noche, pero solo hasta el día siguiente. Declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, no por sus edificaciones, sino por las personas que la pueblan, algo único en el mundo. Aguadores, encantadores de serpientes, sacamuelas, oradores, charlatanes, curanderos, vendedores ambulantes, bereberes, tatuadoras de henna,… Al atardecer se forman corrillos alrededor de distintos espectáculos que van desde las peleas de niños (deplorable) hasta el baile del vientre. Y por la noche podremos cenar a un precio razonable, una vez hayan competido por nosotros los cientos de “captadores de clientes” que merodean por los alrededores para que te sientes en uno de los cientos de puestos que se montan y desmontan todos los días. Merece la pena perderse en la Plaza a cualquier hora del día, o saborear un te con hierbabuena desde cualquiera de las terrazas que dan a la plaza para contemplar el espectáculo que se nos ofrece.












LA CARRERA

La carrera arranca (y llega) en una de las zonas con hoteles “para turistas”. Una hora antes de la salida, estaban montando los arcos de salida y llegada y los detectores de chips. Ya entonces había un gran ambiente, donde, cómo no, destacaban lo muchos españoles que allí estábamos. Entre ellos un grupo muy números de Málaga (alguno con chilaba incluida), Asturias, Cartagena, Madrid,… Allí me encontré con Gabi, un chaval que conozco desde hace años y no veía en más de quince. Los españoles nos hacemos notar y dimos colorido y sonido a la hora previa a la Maratón. Entre los participantes, predominábamos los extranjeros, siendo los marroquíes menos de los que yo esperaba. Llamaba la atención que muchos de ellos llevaban mallas largas para correr (hacía algo de fresco a la salida).


También se ven muchos “acompañantes” con zapatillas de lona, o incluso de jugar al futbol, con sus tacos y todo. Grupos de personas de todos los lugares, que vienen para correr juntos. Entre ellos un grupo de nórdicas, todas rubias y esbeltas, pero de no menos de 60 años cada una. Allí en la salida me encontré con Jesús, de Madrid, con el que corrí prácticamente todo el rato.

Los primeros kilómetros transcurren en una zona residencial, con la impresionante vista del Atlas, nevado, como compañero de carrera. Solo esta visión durante muchos minutos, hace que merezca la pena correr esta carrera. Hacia el km 10, la carrera se mete en los jardines de L’Agdal, donde se corre en medio de naranjos y olivos. Es una parte realmente preciosa. El clima era realmente agradable para correr: algo fresco, un poco nublado, nada de viento. Hacia el km 12 nos encontramos con Antonio (“exiliado”) con el que compartimos carrera hasta el 35, y un poco más adelante con David, un madrileño que vive en Casablanca que nos dejó en el 30 (salió hacia delante con fuerza y decisión). Entre el 15 y la media maratón, la carrera se adentra en la zona con más animación, que es también la zona más pobre de la ciudad. Se pasa, murallas afuera, por la zona de los curtidores, fácilmente reconocible por el olor. De vez en cuando sube la animación cuando pasa un atleta marroquí. Y cientos de manitas de niños que quieren chocarla, o pedirte la botella de agua, o ¡el reloj!. En los ojos y sonrisas de esos niños se ve la distancia que separa nuestros mundos, y deseas haber podido darles no una, sino cien botellas, y no solo tu reloj, sino también tus zapatillas. Y sales de esa zona pobre, a través de unos pocos km de transición, a la zona del lujo desmesurado: el palmeral. Grandes mansiones, hoteles de lujo, campos de golf, muros de protección, guardaespaldas, coches de lujo. ¡Que contraste hay en solo unos kilómetros!. De los peladitos que con ilusión te alargan la mano, a los guardaespaldas que te sonríen displicentes desde el confín protegido de esos palacios. Y llegas al km 32, donde empieza una largísima avenida que te llevará hasta casi la meta, donde además compartes carrera con coches, motos, camiones, humo, cabreo de conductores,… Para colmo, la suavísima lluvia que dio comienzo cuando entramos en el palmeral, hacia el km 25, se convirtió en manta de agua hacia el km 30, y estuvo así cayendo durante más de diez minutos, que nos dejaron empapados y completamente helados. Y para colmo, a veces “pica” un poco hacia arriba (toda la carrera es bastante plana). Ya sin capacidad de generar energía, solo quedaba poder mantener el ritmo hasta el final. Y al final, como siempre, esa inmensa emoción que te llena cuando cruzas la meta. ¡Una maratón más!.

Según mi gps, mal medida (300 metros más). Las marcas de los km, colocadas de forma aleatoria (a veces cada 2,5 km, pero no siempre; en una ocasión, con 1 km de error). En los avituallamientos, solo agua. En dos puestos, unas bolsitas con un dátil, unas pocas pasas y un par de terrones de azúcar. En un puesto, una pocas mandarinas. A la llegada, dos mandarinas y otra botella de agua. No hubo comida de la pasta, y en la llamada feria del corredor, una tienducha donde pudimos coger el dorsal y una camiseta de algodón. Desde luego, si queréis venir a esta carrera, no lo hagáis por la organización. En toda la carrera, un grupo de tres chavales asturianos en bici (dos chicas y un chico), fueron animándonos a todos los españoles. Pero con todo, una carrera inolvidable, por esas muchas imágenes que nos traemos de allí, ese Atlas nevado, ese jardín de naranjos, esos niños animando.

Os animo a correr esta Maratón. La suma de todo (¡incluyendo los nuevos amigos!), hace que sea una experiencia muy positiva.

Todas las fotos en http://picasaweb.google.com/torcas59/Marrakech2009?feat=directlink

martes, 27 de enero de 2009

Sensaciones después de una Maratón

En el mes de abril del año 2004, corrí por primera vez una Maratón, la de Madrid. Tenía 45 años, y para mí era la culminación de un reto personal planteado algunos años atrás, cuando un día vi pasar cerca de mi casa esa misma maratón. Era a la altura de Bravo Murillo y los corredores llevaban recorridos unos 6 kilómetros, que era la distancia máxima que yo me creía capaz de correr (salvo un par de veces en mi vida hasta ese momento que por motivos que no vienen al caso tuve que correr 8 km). Pensé: “¡vaya par de narices que hay que echarle: estos van a correr siete veces más de lo que yo soy capaz de correr!”. Y aquel día, sin decírselo a nadie, me planteé, que algún día, correría UNA Maratón.

Y llegó el Mapoma del 2003, después de mi primera media maratón, donde salí a acompañar a un amigo durante los kilómetros que iban desde la primera pasada cerca de Casa Mingo (aproximadamente el km 30) hasta la meta. Ese día me emocionó recibir los ánimos (inmerecidos) que fui recibiendo de mucha gente que pensaba que corría (cuando solo acompañaba). Ese día decidí que MAPOMA 2004 sería mi primera (y, en principio, última) maratón. La maratón que me había planteado correr en mi vida.

Y corrí Mapoma 2004, y cómo no, sufrí lo indecible los últimos 12 kilómetros. Y cuando llegué a meta, llorando de alegría, sentí una de las sensaciones más placenteras que nunca he experimentado en mi vida, mezcla de miles de sensaciones: orgullo, satisfacción, dolor, bienestar, emoción,… Y sentí la necesidad de volver a conseguir esa sensación, ese momento. Y decidí correr una segunda maratón. Y eso que tardé más de una semana en volver a andar con normalidad y un mes en volver a correr.

Han pasado casi cinco años y otras 6 maratones. La última, la de Marakech, la acabé el pasado domingo. Con sensaciones parecidas al acabar. Ayer ya sentía las ganas de volver a correr y hoy ya estoy pensando en cómo voy a preparar MAPOMA 2009, qué “medias” voy a correr, cuando haré tiradas un poco largas. Hoy, soy consciente de que aquel día de abril de 2004 que pasé por la meta de Recoletos, la maratón, como una serpiente venenosa, me picó, me hundió sus dientes y me inoculó el veneno de los 42195 metros. Creo que hoy la maratón, para mí, es mucho más que una carrera. Es una forma de vida.

domingo, 18 de enero de 2009

Previo a la Maratón de Marrakech

Para mí, imagino que igual que para casi todos los que corremos maratones, las semanas previas a una cita con los 42 km están llenas de dudas. Sobre todo si, como es mi caso, el maratón no es un acontecimiento cotidiano. Las dudas cubren todos los aspectos vinculados con la carrera: el físico, el logístico, el ambiental,…

Respecto al físico: ¿llegaré bien preparado? En mi caso, la respuesta a esa pregunta siempre es negativa: no voy bien preparado. Mi trabajo no me deja entrenar todo lo que quisiera y no estoy dispuesto a sacrificar la poca vida familiar que tengo por sacar unos km más a la semana. Y esta vez la situación no es distinta. Además se ha agravado con una gripe inoportuna a falta de un mes del día D que me ha dejado como secuela una bronquitis. Por no parar más de la cuenta, seguí saliendo a correr con muy bajas temperaturas y respirar el aire frío no me ha ayudado a superar los accesos de tos. A una semana de la Maratón, aparte de mi eterna sensación de no haber corrido suficientes kilómetros, no paro de toser. Llevo dos días parado y he mejorado un poco, y espero estar mejor la semana que viene, pero junto a la duda acerca del estado de mis piernas, además surge la duda acerca de mis bronquios.

Respecto al logístico. Suelo viajar mucho por motivos de trabajo. Y viajo por todo el mundo y por todo tipo de países. Hace años que he superado el ponerme nervioso frente a un viaje, por lejos que sea. Viajar no me quita el sueño; afronto un viaje trasatlántico con la misma serenidad que un paseo en metro por Madrid. Por tanto el hecho de tener que viajar a Marrakech no me aumenta nada los nervios propios de la Maratón; desde el punto de vista logístico, es un viaje más, un vuelo más, un hotel más,… En principio viajo el viernes previo a la maratón, por la mañana. A priori, no debiera tener dudas, preguntas, respecto a la logística de la maratón. Pero como dice uno de los principios de Peter: cualquier situación mala es susceptible de empeorar. El miércoles y jueves, tengo una reunión (de trabajo) en el sur de Suecia, cerca de Copenhague. Y hace unas semanas, cuando saqué los billetes, no había ningún problema con los pilotos de Iberia. Y me voy a Copenhague con Iberia. A día de hoy, mi principal duda respecto a la Maratón es: ¿me permitirán los pilotos de Iberia llegar a Madrid el jueves por la noche, para que el viernes pueda volar a Marrakech? Seguramente hasta el mismo jueves no lo sepa. A mis dudas físicas, se suman hoy importantes dudas logísticas.

Y respecto a las dudas ambientales. También la previsión del tiempo amenaza con temporales de nieve en el norte de Europa. Hace un par de años, aunque parezca que estas cosas solo pasan en España, ¡hubo un temporal de nieve que me tuvo un día entero en el aeropuerto de Copenhague! Pero seamos optimistas, y circunscribamos los problemas previos al viaje a la buena voluntad de los pilotos de Iberia y confiemos que las autoridades aeroportuarias danesas aprendieran algo de aquél fatídico día (y con la esperanza basada en el desconocimiento de que no tengan una Ministra de Fomento como nuestra Maleni). Y para terminar: nunca llueve en Marrakech, pero las previsiones para el próximo domingo dan lluvia (un 80% de posibilidades para ser exactos). ¡Será posible!, ¿pero es que me ha mirado un tuerto?

Por tanto, a las dudas típicas previas a una Maratón, yo hoy tengo muchas más dudas. Mañana saldré a hacer un rodaje suave (más que nada para respirar solo por la nariz y evitar hacer más pupa a mis maltrechos bronquios). Mañana es el día en el que, como pasa siempre antes de una Maratón, de pronto, ¡notaré un puntito de dolor en un gemelo! Seguro que lo habrá generado mi cerebro, pero se añadirá otra pequeña duda de cara al próximo domingo.

Bajo esta montaña de dudas, buena cara, porque tengo una cita con 42 kilómetros el próximo domingo, y hay pocas cosas que me inspiren más inquietud y emoción. Seguiremos informando.

lunes, 5 de enero de 2009

San Silvestre Vallecana 2008

Todos los años, cuando se anuncia la San Silvestre Vallecana corres a apuntarte antes de quedarte fuera (en apenas unos días se cubre la totalidad de la inscripción). Y todos los años despotricas por los 17 euros de la inscripción; porque en el fondo te sientes una mercancía en manos de una multinacional que te utiliza para formar parte de un espectáculo colectivo, donde eres un número. Pero piensas en ese espectáculo, en esa masa de gente con la puedes compartir la última carrera del año. Y piensas en lo bonito que es correr por las calles del centro de Madrid, iluminadas gracias a la Navidad, en esas calles llenas de gente animando a los corredores. En esos últimos kilómetros por Vallecas, con todo el barrio volcado en la carrera,… Y sin dudarlo te inscribes corriendo, no vaya a ser que este año te lo pierdas. ¡Y vaya si la San Silvestre tiene ambiente! Esos nervios en el cajón de salida, con los gritos y cánticos del grupo de rock de turno. Ese juego con las camisetas de abrigo volando de un lado para otro. Esa ola de corredores que en apenas un minuto cubre toda la cuesta hasta la calle Serrano,… Todo es realmente impresionante. ¿Cómo se lo puede perder uno?

Para mí ha sido una San Silvestre un poco especial. Tres días antes cogí una gripe salvaje. EL lunes estaba doblado en la cama sin poder moverme y el martes, aunque me pude levantar, aun me dolía todo el cuerpo. Mi mujer, que es médico, me amenazó que si volvía con neumonía no me quejara. Al final no me puede resistir, me enfundé la camiseta, zapatillas,... y me fui para el Bernabeu. Mismo ambientazo que siempre, y en mi opinión, mejor organización para el acceso a los cajones que el año pasado. Cada año tienes la sensación de que se disfraza más gente (¿cómo se puede correr con un traje de León de felpa?).

Nada más empezar a correr supe que no iba a ser mi día. La primera cuesta se me hizo ya un mundo y fui corriendo siempre ´descontando´ kilómetros, como si fueran los últimos diez km de una maratón. Esa es la sensación que tuve toda la carrera. Llegué en 55 minutos, 10 minutos más que los 10km de Canillejas que hice hace un par de meses, pero con una gran sensación de triunfo solo por acabar. No sé si fue por mi estado particular, pero me dio la sensación de que el público estuvo menos bullicioso que otras ocasiones. Y en meta, se me hizo interminable el peregrinaje hasta que por fin puedes coger tu ropa. Con fiebre y todo sudado no veía el momento de cambiarme de ropa y esta vez se me hizo muy largo ese camino. Y cada vez puedo menos con todos esos ‘cutre-runners’ que hacen acopio de bebidas isotónicas y de fruta a costa de que luego alguien habrá que se quedará sin su botella o su pieza de fruta.

Y antes de acabar algunas preguntas. ¿Porqué hay gente que se empeña en colarse en el cajón que no le corresponde? ¿Porqué hay gente que no sabe comportarse en una carrera popular?: si se adelanta, hay que pedir paso, y el adelantado deberá cederlo; no se puede parar uno de repente, porque puede provocar una grave caída en las personas que vienen detrás; en los avituallamientos, hay una botella por corredor, coger más supone que alguien se quedará sin beber. Cuanto más numerosa es la carrera, te encuentras con más gente sin ninguna educación cívica al correr, o que sepa comportarse como corredor popular. Este año, en varias ocasiones, casi me tiraron al suelo ´compañeros´ corredores que se me cruzaron en el camino. A lo mejor no tenía los sentidos tan despiertos como otras veces, ¿pero porqué algunas personas no aplican en las carreras las mismas normas de educación que en la vida normal? (¡bueno, hay gente que tampoco es educada en su vida normal!).

Quizás habría que editar una pequeña guía para que el “nuevo corredor” sepa que una carrera popular es un evento colectivo, donde se deben mantener unas mínimas normas de educación cívica para que todos puedan correr y beneficiarse de aquello que la organización de la carrera haya pensado para todos.

Maratones que he corrido

  • Maratón de Madrid: 2004 (3h 58m), 2005(3h 56m 42s), 2006(4h 15m 34s), 2007 (4h 06m 49s), 2009 (3h 40m 20s), 2012 (3h 19m 36s), 2013 (3h 13m 59s), 2014 (3h 40m 58s), 2015 (3h 19m 33s), 2017 (3h 58m 12s), 2018 (3h 45m 4s), 2019 (4h 6m), 2021 (4h 11m 56s), 2022 (4h 8m), 2023 (4h 11m 51s)
  • Maratón de Donosti: 2007 (4h 4m 52s), 2017 (3h 38m 40s)
  • Maratón de Toral de los Vados: 2008 (4h 11 m 16s)
  • Maratón de Marrakech: 2009 (3h 58m 4s)
  • Maratón de Oporto: 2009 (3h 30m 34s)
  • Maratón de Zaragoza: 2009 (3h 56m 32s)
  • Maratón de Sevilla: 2010 (3h 47m 27s), 2019 (3h 50m 13s)
  • Maratón de Boston: 2010 (3h 29m)
  • Maratón de Nueva York: 2010 (3h 28m 38s), 2019 (3h 55m 38s)
  • Maratón de Málaga: 2010 (3h 52m 16s)
  • Maratón de París: 2011 (3h 29m 43s)
  • Maratón de Berlín: 2011 (3h 23m 28s), 2022 (4h 5m 40s)
  • Maratón de Castellón: 2011 (3h 20m 14s)
  • Maratón Misteriosa (Tres Casas, Segovia), 2013 (3h 54m)
  • Maratón de Chicago: 2013 (3h 25m 37s)
  • Maratón de Londres: 2014 (3h 27m 58s), 2016 (4h 1m 18s)
  • Maratón de Amsterdam: 2014 (3h 28m 6s)
  • Maratón de Lisboa: 2015 (3h 34m 56s)
  • Maratón de Valencia: 2016 (3h 40m 32s)
  • Maratón de Tokio: 2017 (3h 39m 38s)
  • Maratón nocturna de Bilbao: 2018 (3h 44m 32s)
  • Maratón de Valdebebas: 2020 (4h 01m 49s), 2021 (4h 20 min.)
  • Maratón de Polvoranca: 2021 (4h 39m 25s)

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